Salvar al Tunari del fuego para resguardar las fuentes de agua de Cochabamba

Los incendios forestales se han convertido en una de las amenazas que más preocupan en el Parque Nacional que abastece de agua al Área Metropolitana de Cochabamba. Por ello, capacitar a los habitantes de comunidades que viven dentro, para que sean los primeros en responder frente a la emergencia, se ha convertido en una forma de proteger la riqueza natural de la zona y, por ende, su propia vida.

En agosto de 2016, un incendio de magnitud devoró la vegetación, la fauna y los sueños de comunidades que están en la ladera sur del Parque Nacional Tunari, en Cochabamba. La Phia, un pequeño enclave campesino situado al norte del municipio de Tiquipaya, colindante con la capital cochabambina, fue el epicentro de esta catástrofe que arrasó más de 800 hectáreas. Ese mismo año, según reportó Los Tiempos,  50 incendios afectaron cuatro mil hectáreas en la citada área protegida nacional. Desde entonces, la sombra del fuego ha rondado constantemente estas tierras, amenazando la existencia misma de sus habitantes.

Benjamín Vargas, comunario de La Phia y dirigente de la Subcentral 13 de Agosto, recuerda que fueron tres días de lucha constante contra las llamas. “Se quemaron todos los productos que sembrábamos: papas, hortalizas, los politubos para el sistema de riego, la fauna, toda clase de animalitos de la zona”, dice.

Aunque pensaron en dejar su comunidad porque el fuego arrasó con más de la mitad de su territorio, los habitantes cuentan que  al final esta mala experiencia les dejó la convicción de proteger sus casas, sus familias y, sobre todo,  sus bosques y fuentes de agua.

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Hoy, Benjamín y sus vecinos no están solos en esta lucha. Organizaciones como la Asociación Civil Armonía, con el apoyo de la Gobernación de Cochabamba y el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap), llevan adelante iniciativas de capacitación para que sean los propios comunarios quienes salgan a responder en primera instancia, frente a las emergencias.

Representantes de cinco comunidades aledañas a la ladera Sur del Parque reciben capacitación desde 2022, para convertirse en bomberos forestales. Esta actividad es parte de un programa de Armonía, que tiene como fin la prevención de incendios forestales, protección de cuencas y  restauración de bosques nativos.

En los talleres los comunarios aprendieron a trabar de forma organizada para enfrentar las llamas.

Vestido con traje amarillo, botas, casco y un matafuegos en la mano, Mauricio Coca, otro habitante de La Phía, recuerda que aquel año funesto de 2016 incluso hubo gente que quedó atrapada en el fuego. Por ello, durante el “Curso avanzado de capacitación en técnicas y estrategias en combate de incendios forestales, que se realizó en Tiquipaya el 8  y 9 de junio pasado, presta mucha atención y siente que él y sus compañeros están mejor preparados para enfrentar emergencias.

Comunidades como Cruzani, Totora, Thola Pujro, Linkho Pata, pertenecientes al Distrito 3 del municipio de Tiquipaya se han unido a esta cruzada. Mujeres como Aidé García y Victoria Rosa Melgarejo han demostrado que el valor y el compromiso no tienen género. “No me siento avergonzada por la vestimenta ni nada”, afirma Aidé (33), quien usualmente utiliza pollera pero que para combatir el fuego  no duda en ponerse pantalones y una chaqueta que recibió por ser parte de la cuadrilla de “Combatientes comunales forestales” de la comunidad de Totora.

Aidé García se prepara para las prácticas de campo.

Mientras que Victoria Melgarejo (51 años) de la comunidad Thola Pujro, asegura que su fe le da fortaleza. “Mis hijos por miedo no quieren unirse y no querían que yo participe, pero les he dicho: Dios me va a cuidar, voy a ir a aprender para apagar el fuego”, cuenta la mujer que a pesar de su delgadez y frágil apariencia usa un matafuego con destreza y agilidad. 

Victoria es una de las mujeres del Tunari que se prepara para combatir los incendios forestales.

Combatir el fuego para salvar el agua

En una maqueta los comunarios aprenden a desarrollar estrategias de primera respuesta ante incendios forestales.

Según Rodrigo Soria, director ejecutivo de Armonía, se estima que el 80% del agua que consume en el área metropolitana de la capital cochabambina proviene del Parque Nacional Tunari.  Las nubes de aire tropical húmedo se enfrían en la cordillera y luego sueltan humedad en forma de lluvia, que alimenta los ríos y los acuíferos que dotan de agua para el consumo humano y para la agricultura del Valle.  “El Tunari proporciona funciones ecosistémicas importantes.  Sin él, no habría agua en Cochabamba”, explica Soria.

Daniela Aguirre Torres, coordinadora del proyecto Tunari, comenta que en colaboración con Faunagua, otra oenegé, se ha realizado un exhaustivo monitoreo de las cuencas del área, demostrando cómo la reforestación y la conservación de los bosques nativos contribuyen a la recarga hídrica. Dicho estudio, aún no difundido, revelaría la magnitud de la importancia hídrica para proteger el Tunari.

En ese contexto, Torres explica que  con una estrategia integral que incluye capacitación, equipamiento y monitoreo de cuencas, Armonía y las instituciones aliadas buscan no solo combatir el fuego, sino también restaurar y conservar bosques nativos.

Pero la batalla apenas comienza. Con la temporada seca acercándose, el riesgo de nuevos incendios, ocasionados por la sequía, quema descontrolada o incendios provocados, persiste. Rilver Juan Condori Aguilar, técnico de la Unidad de Gestión de Riesgos y Desastres (UGRyD) del Gobierno Departamental de Cochabamba, a cargo del entrenamiento, destaca la importancia de la participación de los comunarios en estas capacitaciones para evitar tragedias mayores.

“Al fortalecer las capacidades de los comunarios podemos evitar que los incendios empiecen a crecer y afecten mayor extensión. Ellos son el grupo de primera respuesta mientras llega la ayuda de su alcaldía y/o de la Gobernación, de acuerdo a la magnitud del incendio”, afirma.

Es así que desde el año pasado se han conformado brigadas  y equipado en las cinco comunidades de la Subcentral 13 de Agosto. La Phía cuenta con una brigada de cuatro cuadrillas,  de entre 5 y siete personas cada una. Las demás comunidades tienen entre dos y tres cuadrillas.  Todos los miembros son parte de un grupo de Whatsapp donde envían y reciben información sobre posibles quemas o incendios. 

Restaurar bosques nativos de forma sostenible

Para los trabajos de reforestación la Asociación Armonía cuenta con un vivero de plantas nativas.

Conscientes de que proteger el Tunari va más allá de apagar llamas, Armonía en conjunto con los comunarios del Distrito 3 han logrado plantar 53 mil plantines de diferentes especies nativas en los últimos tres años en esta zona.

La iniciativa de protección y restauración del Parque Nacional Tunari no solo representa un esfuerzo por preservar un invaluable reservorio de agua para Cochabamba, sino también un modelo de colaboración y desarrollo sostenible entre comunidades y organizaciones. Desde 2020, el proyecto de restauración de la ladera Sur del Tunari ha avanzado significativamente, impulsado por la coordinación de múltiples actores, según expuso durante el encuentro  Omar Oporto, coordinador del Proyecto Tunari.

Entre las especies que han reforestado están  kewiña, kiswara, aliso, lloque, jacarandá, molle. Entre estas destaca la kewiña (Polylepis subtusalbida),  una especie nativa cuyas raíces pueden anclarse incluso en terrenos pedregosos, ayudando a evitar la erosión del suelo. Esta planta es esencial también para la retención del agua de lluvia. 

Uno de los logros ha sido la siembra de más de 750 mil plantines desde el inicio del programa en los municipios de Vinto, Quillacollo, Tiquipaya, Sacaba y Cochabamba,  con la meta de alcanzar el millón este año. Esta iniciativa no solo se enfoca en especies de  plantas nativas como la kewiña, crucial para la biodiversidad local como la Monterita Cochabambina (Poospiza garleppi), una especie de ave endémica de Bolivia amenazada de extinción; sino también en la gestión responsable de variedades introducidas como el eucalipto, por ejemplo.

Además, se han implementado mejoras en el sistema de riego y la construcción de siete reservorios de agua estratégicamente ubicados para mitigar los efectos de los incendios y apoyar la agricultura local.

El compromiso de las comunidades del Distrito 3 y otras aledañas ha sido fundamental. Los mismos comunarios han delimitado áreas específicas para la reforestación, asegurando así la protección a largo plazo de sus recursos hídricos.  Este enfoque no solo promueve la conservación ambiental, sino que también respalda el desarrollo económico de manera sostenible, según explica Oporto.

Es así que en las montañas del Tunari, donde el fuego una vez devastó, ahora arde una nueva llama de esperanza. Una llama alimentada por quienes se niegan a rendirse y a migrar.  “El destino del Tunari, de nuestras mismas comunidades y, por qué no, de Cochabamba, está en nuestras manos”, concluye Benjamín Vargas.